Estoy en el
centro de San Francisco de Macorís, la capital de la provincia Duarte, en el
nordeste de República Dominicana. Un mundo distinto a todo lo que he
visto en la vida. Es el pueblo natal del
famoso playboy dominicano Porfirio Rubirosa, el hombre convertido ya en leyenda
y que en su tiempo fue primero yerno y luego un protegido del
dictador Rafael Leonidas Trujillo. Aquí nació también la escritora Hilma
Contreras, en cuyo honor se nombra la Biblioteca Municipal
que funciona en el mismo edificio del Ayuntamiento.
Donde estoy hospedado hay un ventanal que da a
En mi andanza de “reconocimiento de terreno” he conocido gentes que vivieron en Estados Unidos y Europa, y que al cabo de un tiempo decidieron regresar a República Dominicana porque entienden que emigrar no vale la pena, consideran que sacrificaron demasiado al estar lejos de su país. Un hombre que residió más de 30 años entre Nueva York y Florida me dijo que vino a
A veces me pregunto ¿qué hago yo aquí? En este lugar al que no me une nada, salvo que es una de las principales ciudades de mi país. Camino por las calles y no me encuentro. Miro a la gente, escucho personas hablar, las observo, y me entristece saber que parecemos distintos a pesar de que soy dominicano
En San Francisco de Macorís se habla mucho de política, de
béisbol, de crímenes locales, del costo de la vida; y se escucha música a todo
volumen en los establecimientos comerciales, en las casas, en la calle. Quizá
lo hacen para evitar otros sonidos más incómodos y ensordecedores. Sonidos
de maquinaria pesada, martillos, sierras y otras herramientas de la
construcción, pues aquí donde quiera alguien levanta una casa, un edificio, o
simplemente se hacen zanjas para introducir tuberías de cisternas o para el
desagüe.
La escasez de agua potable y de electricidad ha convertido a los dominicanos en estrategas de la autogestión. Los más acomodados solucionan la falta de servicio de agua con la construcción de una cisterna y la colocación de lo que llaman “un tinaco” en las azoteas de las casas o edificios. El tinaco es un depósito de gran tamaño para almacenar el agua extraída de la cisterna con la ayuda de una “bomba de presión”.
Los mismos acomodados utilizan “inversores”como
medida contra apagones. Una casa con un “inversor” permanece con cierto fluido
eléctrico cuando ocurren los apagones, que son dispuestos por zonas
establecidas por el gobierno. Hay zonas denominadas 24/7, lo que quiere decir
que el servicio de electricidad no es interrumpido con tanta
frecuencia como en otros lugares,
donde se registran diariamente apagones de varias horas.
Yo estoy en una zona 24/7. No he sufrido los apagones ni la falta de agua. El ruido de la calle es mayormente producido por motocicletas y vehículos de todo tipo. Aquí las motocicletas son un medio de transporte popular y no es raro ver hasta cuatro personas apiñadas en un asiento diseñado para dos, si acaso.
También es triste ver mujeres con niños recién nacidos subidas en el llamado “motoconcho”. Pero para la mayoría, andar sobre dos ruedas es la única alternativa para transportarse alrededor de la ciudad; también lo prefieren así antes que ser un pobre peatón cuya vida dependedel
sentido común de los conductores. Y esto último es un asunto de alto riesgo.
Hace poco el hijo de cuatro años de una pareja que conozco murió tras ser arrollado por un vehículo todoterreno. El accidente ocurrió en un área residencial donde no existen señales de límite de velocidad. “El golpe avisa”, dicen aquí. Es otro mundo, otra manera de vivir, otra realidad.
La escasez de agua potable y de electricidad ha convertido a los dominicanos en estrategas de la autogestión. Los más acomodados solucionan la falta de servicio de agua con la construcción de una cisterna y la colocación de lo que llaman “un tinaco” en las azoteas de las casas o edificios. El tinaco es un depósito de gran tamaño para almacenar el agua extraída de la cisterna con la ayuda de una “bomba de presión”.
Los mismos acomodados utilizan “inversores”
Yo estoy en una zona 24/7. No he sufrido los apagones ni la falta de agua. El ruido de la calle es mayormente producido por motocicletas y vehículos de todo tipo. Aquí las motocicletas son un medio de transporte popular y no es raro ver hasta cuatro personas apiñadas en un asiento diseñado para dos, si acaso.
También es triste ver mujeres con niños recién nacidos subidas en el llamado “motoconcho”. Pero para la mayoría, andar sobre dos ruedas es la única alternativa para transportarse alrededor de la ciudad; también lo prefieren así antes que ser un pobre peatón cuya vida depende
Hace poco el hijo de cuatro años de una pareja que conozco murió tras ser arrollado por un vehículo todoterreno. El accidente ocurrió en un área residencial donde no existen señales de límite de velocidad. “El golpe avisa”, dicen aquí. Es otro mundo, otra manera de vivir, otra realidad.
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