Por: José Carvajal --
El Premio Nacional de Literatura es
importante. Da carácter al reconocimiento público de la obra de un autor;
establece tabla de valores y pone al galardonado en un pedestal de ejemplo, de
cómo se llega al estrellato literario.
El caso del dominicano Tony Raful es singular; poeta y ensayista probado, es quizá el único Premio Nacional de Literatura en cuya entrega del galardón se reunieron dirigentes políticos y literatos a granel. Y es que Tony ha sido incansable en ambas disciplinas. No ha tenido la necesidad de otros, de sacrificar una de sus dos pasiones en la vida para atender la otra. De esto último recuerdo el caso de Juan Bosch, que se apartó de la literatura para dedicarse a la política; y el del exvicepresidente de Nicaragua, Sergio Ramírez, que abandonó la política para concentrarse exclusivamente en escribir su obra.
El caso del dominicano Tony Raful es singular; poeta y ensayista probado, es quizá el único Premio Nacional de Literatura en cuya entrega del galardón se reunieron dirigentes políticos y literatos a granel. Y es que Tony ha sido incansable en ambas disciplinas. No ha tenido la necesidad de otros, de sacrificar una de sus dos pasiones en la vida para atender la otra. De esto último recuerdo el caso de Juan Bosch, que se apartó de la literatura para dedicarse a la política; y el del exvicepresidente de Nicaragua, Sergio Ramírez, que abandonó la política para concentrarse exclusivamente en escribir su obra.